La iglesia parroquial, de tres naves, está dedicada a San Víctor se encuentra en el centro del pueblo, frente al antiguo Baptisterio. Ya se mencionaba en 976 como "basilica Sancti Victoris constructa infra castro Agredade" y donada por Otón I a los canónigos de San Julio de la isla de Orta. Por lo tanto los canónigos fueron los propietarios legítimos, pero la iglesia quedó sometida a la jurisdicción del Obispo de Novara. Luego, en la Baja Edad Media, pasó a las dependencias de la Parroquia de Suno. Ampliamente manejada a lo largo del siglo XVI y los primeros años del siglo XIX, en su interior se conservan algunos frescos de antigua realización. El Baptisterio, dedicado a San Juan, fue seguramente consagrado entre 1122 y 1148 durante el obispado de Litifredo, según lo documentado en unos documentos de 1157, en los que el cura de San Julio de Orta atestigua haber asistido. Raro ejemplo de baptisterio románico, el San Juan de Agrate es formado por una parte inferior circular irregular, sobre la cual hay una parte superior octagonal. Los muchísimos estudiosos que se han ocupado del antiguo monumento están casi todos de acuerdo en considerar que la parte inferior, realizadas con piedras escuadradas en bruto y guijarros dispuestos a espina de pez, y puede fecharse alrededor del siglo X. En cambio se piensa que la parte superior es una construcción de los siglos XI – XII. La estructura está construida con piedras esmeradamente escuadradas con dos monóforas altas y estrechas y con doble esviaje. Además hay una serie de triforas ciegas, soportadas por pequeñas columnas de granito, dispuestas en cada lado y soportadas por un marco de pequeñas bandas lombardas. El edificio, a lo largo de los siglos, sufrió varias modificaciones. En el siglo XVII fue construido un pórtico ante de la entrada que unía el baptisterio a la iglesia y fue demolida la absidiola norte y se edificó una capilla cuadrada. En su interior una tina octagonal es empotrada en el suelo y una serie de frescos del siglo XV - XVI decoran los arcos y la bóveda. A lo largo del siglo XX una sucesión de atentas restauraciones han llevado el baptisterio a su antiguo esplendor.